Decimocuarto capítulo. Celos de Nico.

Unas manos, por detrás de María, aparecieron y le taparon la boca.
-Que cantidad de bobadas dicen los niños de hoy en día ¿eh?.
-Pero Nico...
-No le des más vueltas, es sólo una niña. - Me dijo mostrando lo que parecía una sonrisa sincera.
Enseguida, bajamos y nos dispusimos a desayunar, cuando la pequeña estaba embobada con los dibujos, algo pasó por mi mente. Parecíamos una familia, una feliz familia, al principio no me desagradó la imagen, luego miré a Nico, y éste me miraba fijamente. Los dos nos sorprendimos, aún no sabía la razón de por qué me miraba, pero, volviendo al pensamiento de antes, si eso fuera una feliz familia, significaría que Nico y yo seríamos pareja... Últimamente, nos quedábamos solos con mucha facilidad, quizás el destino nos quisiera decir algo, aunque lo dudo mucho...
-Puede que sea el destino. - Interrumpió Nico.
Lo miré extrañada, parecía haberme leído el pensamiento. Realmente ese chico empezaba a asustarme.
-Clara, estaba pensando, que parecemos una feliz familia, y que esto quizás sea por el destino, ¿tú crees?.
-¡Qué bobadas!.- Decía mientras intentaba esconder mis rojas mejillas.
-¿Tú lo has pensado?.
-Claro que no, eso sólo lo puedes pensar tú.
-¿Por qué?.- Dijo algo enfadado.
-Pues porque... -No sabía como continuar la frase cuando éste se abalanzó sobre mí y me cogió de las muñecas ya que las tenía sobre la mesa.
-Podría demostrarte ahora mismo que te equivocas, pero la pequeña María nos mira.
Volvió a sentarse, yo miré a María que nos miraba fijamente y se levantaba poco a poco de la silla sin apartar la mirada algo divertida por la situación.
-Clara, Nico, me voy arriba a jugar, os dejo solos.-¡NO!.
Ese solos retumbaba en mi cabeza, quizás ahora me demostraba lo que antes no había hecho. Lo miré de reojo, estaba tranquilo, mirando la tele, si te fijabas bien, era muy guapo. La chica con la que compartiera su vida, sería afortunada. Su pelo era un castaño oscuro, tenía melenilla con las puntas rizadas, su nariz era pequeña y respingada, su cabeza estaba apoyada en sus manos entrelazadas, se le veía perfectamente esos blancos y perfectos dientes en sus finos pero carnosos labios que una vez curé, su mirada clavada en mí, era una tonalidad que iba del azul más puro, al gris más oscuro. Es verdad, me estaba mirando y sonriendo, yo no pude hacer otra cosa que mirar hacia otro lado, que nervios, que vergüenza...
-Linda, me estabas mirando.
-No, sólo quería saber qué hacías... -Mentí.
-¿Quieres saber qué hacía?.
No terminó la frase cuando llamaron al timbre de la puerta, se podría decir que fui salvada por la campana.
Fui corriendo, y allí estaban, mi abuela, Rafa y la que seguramente fuera Ana. Al principio no me fijé, pero, me sonaba su cara, como si en otra ocasión la hubiera conocido. ¿Qué hacía allí mi abuela?.
-Vamos Clara, no te pongas celosa. -Dijo entre risas mi abuela, extraña manía que tienen los abuelos de emparejar a sus nietos con todo humano del sexo opuesto.
De nuevo me había quedado mirando fijamente a una persona y me habían pillado, espero tener más cuidado.
Desde la otra parte de la sala, Nico me miraba, pero esta vez no era como antes, su tierna cara se convertía en una mezcla de rabia y tristeza...¿Puede que estuviera celoso?.
Una mano me empujó arrebatándome el pomo de la puerta que aún seguía abierta, era esa chica, Ana. Cerró la puerta y me mostró una falsa sonrisa que yo no tardé en devolver.
-Chicos, tenemos una invitada de Rafa, portaros bien.
¿Esa chica se iba a quedar?.