Datos del personaje

Trata de una pequeña niña de unos 10 años. Todo comienza con la muerte de su abuelo, el viaje de negocios de sus padres y la misteriosa casa de su abuela.
El primer capítulo trata desde los 10 años hasta los 15 de esta chica.
Imagen física de la chica, cabello color chocolate y ojos color caramelo, piel blanca como la luna, con una dulce y perenne sonrisa.
Es una chica que pasa de una monótona vida a una vida que en ocasiones, enloquece, enamora o incluso asusta. En fin, como la mayoría de las historias, pero esta es diferente, ¿por qué? Por que esta va a ser mi primera historia.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Duodécimo capítulo. ¿Adiós a las mariposas?.

Me columpiaba en el columpio, pensando lo ocurrido, parecía como si, esa no fuera mi vida, como si mis recuerdos hubieran sido reemplazados, me sentía como viviendo una mentira donde la mentirosa simplemente era yo. Una suave mano acarició mi mejilla, levanté la mirada y al mirar hacia delante, no vi nada, sólo una pluma cayendo, balanceándose con en viento. Me bajé del columpio, me dispuse a coger la pluma pero desapareció, la rozaba con los dedos, y desapareció misteriosamente.Con lo poco que la había rozado, había sentido, calidez, suavidad, amor...¿Todo esto por una pluma?¿Que me estaba pasando? Quizás todo el revuelo con los chicos me estaba volviendo más sensible. Pero, aún más importante, ¿había imaginado la pluma?.
Alguien me acariciaba el pelo, me rodeé y era Rafa, estaba tan pensativa, que no me había percatado de su presencia.
-Lo siento, no quise preguntar por un tema tan delicado, pero es que sentía curiosidad. Por favor, perdóname.
Cuando quise darme cuenta, estaba abrazada a él, llorando desconsoladamente, como si de un instinto se tratase, él me devolvía el abrazo. Me sentía tan protegida... En ese momento apareció Cristian, tan perfecto como siempre, ya no me gustaba, sabía que él y Mimi, realmente estaban enamorados.
Carraspeó su garganta haciendo que Rafa se apartase de mí, al verme se preocupó rápidamente pero le dije que simplemente eran los nervios del examen. Venía a informarnos de que ya tenía los resultados.
Fuimos tras él hasta llegar al salón, y allí nos las dio. Es verdad, ya iban a empezar las vacaciones de verano, quizás fuéramos a algún lugar, playa, montaña... hacía más de 6 años que no iba a ningún lugar... Pero, ¿Con quién fui la última vez? No recuerdo haber visto ni a mi abuela ni a mi abuelo en bañador... De nuevo esa sensación, ese nudo en la garganta, ese picor en los ojos, ese dolor de estómago, como si todas las mariposas que una vez cosquillearon mi barriga hubieran muerto, como si el frío de la soledad le diera de nuevo un vuelco a mi triste corazón. Sólo pude articular dos palabras, dos palabras que en mi niñez había dicho con alegría, con enfado, con reproche... Esas dos palabras que producían ese gran dolor.
-Mamá... Papá...-Las piezas no encajaban, no los había tenido nunca, por qué ahora no paraba de extrañarlos, por qué ahora sentía ese vacío que me comía por dentro.
Todos me miraron aunque yo con las lágrimas apenas los pude distinguir. Alguien me quitó las notas de las manos y me cogió de la muñeca, subimos corriendo al desván y esa persona cerró con el cerrojo la puerta.
Mientras en el salón todos se quedaron atónitos, Rafa se dirigió a la escalera pero Mimi se interpuso en su camino.
Mi mente se quedó en blanco, las lágrimas no paraban de salir, y alguien me las secaba cuidadosamente.
-Estoy sola...
-No lo estás Clara, nos tienes a nosotros.
Podía reconocer esa voz, era Nico.
-Estoy sola...
No pude apenas terminar la frase cuando mis labios quedaron bloqueados, bloqueados por otros. Mis ojos pararon de llorar, cerré fuertemente los ojos y continué el beso, era tierno, suave, cariñoso, cálido... Sus brazos me rodearon, yo aún dejé los brazos caídos, sin fuerza. Él, lentamente, separó sus labios de los míos y poco a poco fui abriendo los ojos, a medida que los abría, podía distinguir como la pupila de unos ojos casi grises se clavaban en las mías.
-¿Por qué lo hiciste?.
-Paraste de llorar, ¿no?.
-Una sutil sonrisa se dibujó en mi cara.
-Me encanta verte así.
-¿Llorando?
-No, tonta.
-¿Más tranquila?.-Tendría más sentido, de hecho el torbellino de sentimientos de hace unos momentos había cesado dejando una pura paz.
-No, tan cerca de mí.-Sonrió pícaramente y de nuevo me besó, fue un beso ligero, como si la mariposas que creía muertas reviviesen y se posasen en mis labios. Me comenzaba a acostumbrar a todos estos besos, los de Nico.
-Los recordaste, no te podemos engañar más, ¿verdad?.-Irrumpió, y tenía razón, en ese momento comencé a recordarlo todo.
-Mis padres... murieron cuando iba a cumplir los 16...
El abrazo que aún nos unía se hizo más fuerte.
-Lo siento, Clara.
Era extraño, ya no lloraba, me sentía segura, no quería que el tiempo pasase, quería estar así, para siempre. Pero desgraciadamente, Nico, se separó de mí y abrió la puerta, me disponía a salir cuando en su espalda vi algo extraño, como alas blancas, pequeñas alitas blancas. Parpadeé y ya no estaban ni él ni las alas. Quizás fue mi imaginación, o por las lágrimas, o porque le debo más de una a este chaval.

No hay comentarios:

Publicar un comentario